miércoles, 10 de mayo de 2017

Ibón de Plan (desde Plan)

No es la princesa de la leyenda, pero bien lo parece.

Cuenta la leyenda que en la noche de San Juan, justo antes de salir el sol, emerge desde las aguas del Ibón de Plan la figura de una mora que se perdió en esas montañas huyendo de las guerras entre moros y cristianos. La joven danza sobre las aguas, rodeada de serpientes de todos los colores. Pero sólo aquellos con corazón puro y sin pecado pueden verla. Como dicen en el valle: “Si ye que i puyas bela maitinada de San Chuan ta l’ibón, y no la biéses, abrás de pensare en labá-te l´anima… Sólo es güellos limpios pueden biere a la prinzesa mora de las cumbres”. (Si es que subes alguna mañana de San Juan al ibón, y no la vieras, habrás de pensar en lavarte el alma… Sólo los ojos limpios pueden ver a la princesa mora de las cumbres).
Más allá de la leyenda, el Ibón de Plan (también conocido como Basa de la Mora) es uno de los enclaves más pintorescos y conocidos del Pirineo Aragonés; motivos no le faltan.
Hoy os contamos una ruta menos masificada pero tremendamente bella para ascender al precioso ibón. 
Ultimos metros antes de llegar a las orillas del ibón.
FECHA: 28 de abril de 2017
ITINERARIO: Plan – Ibón de Plan – Plan.
ALTITUD MÍNIMA Y MÁXIMA: 1076 m (Plan); 1917m (orilla del ibón).
DESNIVEL: 908 metros, tanto de ascenso como de descenso.
DISTANCIA: 12,66 kilómetros.
DURACIÓN: 2 horas y media de ascenso; 2 horas de descenso (con calma).
CLIMATOLOGÍA: magnífico día soleado. A primera hora bastante fresco a la sombra (3ºC).
DIFICULTAD: no existen grandes dificultades, a excepción del desnivel a cubrir. Ruta notablemente más exigente que la que asciende al ibón desde Saravillo, no apta para todos los públicos.
ATENCIÓN:
- En la fecha en que subimos todavía quedaba nieve en zonas umbrías a partir de los 1600 metros. Precaución en zonas de pendiente.
- Debido al deshielo (estábamos en pleno abril) el río bajaba con fuerza; por lo que atravesarlo podía ser más complicado de lo normal (cruzando por un tronco en una ocasión y en otra saltando de piedra en piedra).
- Una vez salimos del barranco y ya nos aproximamos a la cubeta del ibón, el camino no está del todo bien señalizado. Sin embargo, la dirección es evidente.
CONSEJOS:
- En verano el ibón puede estar muy masificado. Se recomienda evitar temporada alta o, en caso contrario, madrugar mucho para evitar las aglomeraciones y disfrutar de este lugar plácidamente.

Nuestro recorrido comienza en la localidad de Plan, situada en el Valle de Chistau, uno de los valles más remotos y bonitos del Pirineo Aragonés. Para llegar debemos tomar la carretera que va desde Barbastro hasta Francia pasando por Aínsa y, a la altura de Salinas de Sin, desviarnos hacia el Valle de Chistau.
Llegamos a Plan y tomamos un desvío hacia la derecha que nos lleva hacia las piscinas municipales. Allí podemos aparcar el coche, justo al lado del cartel que nos indica el comienzo del camino.
*Existe la posibilidad de continuar por la pista 2 kilómetros más, hasta el punto en el que comienza el estrecho sendero.
 Al lado de las piscinas aparcaremos, justo al pie de estos carteles que indican el inicio de la ruta.
Son aproximadamente las 8 de la mañana cuando, después de calzarnos las botas y abrigarnos un poco (a esas horas hace bastante fresco), comenzamos a andar a buen ritmo por la pista que transcurre paralela al río Zinqueta.
Durante 2 kilómetros (unos 20-25 minutos), dicha pista llanea e incluso desciende un poco (este tramo se puede realizar en coche).
La pista comienza llaneando o incluso en descenso, paralela al río Zinqueta.
En un determinado momento encontramos un desvío a mano izquierda, señalizado por carteles de madera; el desvío nos obliga a ascender con fuerte pendiente.
El camino se estrecha y va ganando altura con rapidez, transcurriendo por medio de un denso bosque. La senda es evidente en todo momento, señalizada con marcas blancas y amarillas.
Abandonamos la pista al llegar a este desvío, bien señalizado.
Ganamos altitud mientras caminamos por el bosque.
Ascendemos por la margen derecha del río hasta la cota 1440 aproximadamente, en que debemos cruzar su cauce. Debido al deshielo, el río baja crecido y debemos hacer equilibrios por un tronco habilitado a modo de puente. Con cuidado, que nos podemos dar un chapuzón.
Haciendo equilibrios para cruzar el río (foto tomada en el descenso).
Tras atravesar el río continuamos el ascenso. De vez en cuando pasamos por una zona de bosque más abierto que nos permite divisar, a lo lejos, algunas cumbres nevadas. Entre ellas reconocemos el Pico Bachimala, ascendido el verano pasado.
Valle de Chistau y el macizo del Bachimala al fondo.
Cruzamos de nuevo el río, saltando de roca en roca (con algo de esfuerzo), al llegar a los 1700 metros de altitud.
En este punto la nieve comienza a hacer acto de presencia, ya que nos encontramos en cara norte. Si bien hay tramos nevados con algo de pendiente, en ningún momento suponen peligro alguno, y podemos rodearlos si nos desviamos unos pocos metros del camino habitual.
Toca cruzar de nuevo el río; esta vez saltando de piedra en piedra.
Cuando llevamos caminando unas dos horas llegamos a un paraje en el que la pendiente se suaviza, el bosque se abre y aparece una zona de prados. Entre los árboles ya se adivinan las nevadas cimas de las montañas que rodean el ibón.
Perdemos durante unos metros las marcas del camino (aquí cuesta algo más seguirlo), pero la dirección es evidente. Pronto nuestra ruta confluye con la que viene desde Saravillo.
La pendiente suaviza y el bosque comienza a clarear, ¡llega lo bueno!
La pendiente, aunque nevada, es suave y carece de complicaciones.
Desde aquí nos quedan simplemente unos 10 minutos de llanear por el prado hasta llegar a las orillas del magnífico Ibón de Plan.
La estampa es maravillosa: las aguas del ibón, congeladas parcialmente, reposan tranquilas y en silencio, flanqueadas por nevadas cumbres verticales. Idílico.
La Peña de la Una, la Peña de la Ribereta, Picollosa… son algunas de las cimas que rodean al ibón y le confieren esa bellaza inaudita. A nuestra derecha se intuyen, también, las cimas de las Peñas de las Diez, las Once y Mediodía, y que sirven de “reloj solar” a los habitantes del Valle de Chistau.
Tras esa muralla de árboles se encuentras las aguas del ibón.
¿Canadá? No, no... el majestuoso Ibón de Plan, en el Pirineo Aragonés.

El ibón está rodeado de cumbres que superan con creces los 2500 metros de altitud.
La cara sur de las peñas las Once y Mediodía, con menos nieve que las laderas orientadas al norte.
Ante tan bello panorama decidimos sentarnos a la orilla del ibón durante un largo rato, prácticamente en soledad (solo había 3 personas más), disfrutando del paisaje en silencio.
Tras algo más de una hora de reposo, en la que aprovechamos para comer algo, empieza a llegar más gente, por lo que nos parece que ya es hora de regresar.
Sin palabras.
El camino de vuelta lo hacemos siguiendo la misma ruta, aunque con bastante calma y realizando varias paradas para beber y tomar fotografías.
Llegamos de nuevo al coche tras unas dos horas de descenso. Es la hora de comer, así que decidimos entrar en un restaurante del pueblo para recargar energías. Después, aún tenemos ganas de dar un pequeño paseo por los pueblos del valle, tranquilos, recónditos y con una belleza inusitada.
Ruta realizada, aproximadamente, sobre el mapa.
Ruta realizada según el reloj GPS.

Perfil de la ruta. La gran planicie del centro es porque estuvimos caminando y haciendo fotos a orillas del ibón.

Escala MIDE de dificultad. Fácil pero con más de 900 metros de desnivel, no para todos los públicos...
En resumen, podemos decir que el ibón de Plan es una de las excursiones imprescindibles de todo amante del Pirineo. Si bien esta ruta que presentamos no es apta para todos los públicos, sí que es bella y menos transitada que la que accede al ibón desde Saravillo, por lo que es ideal para aquellos montañeros que gusten de recorrer el monte de forma tranquila.
Flotando sobre los reflejos del agua.

miércoles, 3 de mayo de 2017

¿Cómo moverse por Sri Lanka? Los medios de transporte

tren sri lanka
En el famoso tren que parte de la localidad de Ella, por las tierras altas de Sri Lanka
Hemos explicado ya en el post anterior que preparamos nuestro viaje a Sri Lanka en tan solo 3 semanas, y eso implicaba que muchas cosas iban a quedar al azar y se resolverían ya en tierras ceilanesas. Entre todas esas cosas había una que nos preocupaba por encima de las demás: ¿cómo íbamos a movernos por allí?
Antes de ir habíamos leído y releído varios blogs y hablado con varios amigos (¡gracias, como siempre, por la ayuda!). Algunos habían optado por la opción de coche con conductor o tuk tuk y otros por moverse en transporte público. Nosotros, como os podéis imaginar, preferíamos la opción del transporte público pero iríamos viendo sobre la marcha…
En algún punto entre Tissa y Ella, posando con el autobús que nos llevó ese día.
Las distintas opciones son:
- Coche con conductor: es el método más rápido y cómodo. Permite ir a cualquier lugar con facilidad, a nuestro ritmo. Por el contrario, su precio es elevado (unos 50€ por día) e implica tener que ir con un conductor a todas horas (hay que negociar el precio para que este incluya el alojamiento y la comida del conductor). Nosotros sólo lo utilizamos para ir, de noche, del aeropuerto de Negombo a Galle (desde el aeropuerto no había otra opción a esas horas).
- Tuk tuk: el transporte más versátil, ideal para distancias cortas. Si bien nos permite llegar a cualquier lado, su precio es mucho más alto que el autobús (aunque seamos buenos regateando). Existe la opción de alquilar tuk tuk y utilizarlo para recorrer la isla; es súper original y una experiencia única, aunque nos parece que para largas distancias no es muy cómodo… También es útil para los trayectos dentro de las ciudades (sobre todo por Kandy, que es grande).
Esperando uno de los trayectos en tuk tuk.
- Autobús: para nosotros el transporte estrella. En Sri Lanka hay una amplia red de autobuses, que además son muy baratos y nos permiten interactuar con los simpáticos ceilaneses. Se pueden parar en casi cualquier lugar: basta con hacer una señal con la mano al autobús que vaya en la dirección que nos interesa y preguntar al conductor/revisor. Normalmente el revisor colocará nuestras mochilas en la parte delantera al lado del conductor o, si va muy lleno, en el maletero. Al entrar, nos sentamos y ya pasará el revisor, cuando pueda, a cobrarnos (no hay que comprar billete en taquilla). En todo momento los revisores y conductores fueron muy amables, indicándonos dónde bajar e incluso acompañándonos al autobús en el teníamos que hacer transbordo.  Si es posible, mejor tomar el autobús al inicio de la línea, para evitar aglomeraciones (en alguna ocasión iban realmente llenos, con bastante gente de pie…). Fue el medio de transporte que más utilizamos, sin duda. Además, su decoración colorista/psicodélica con telas de mil colores, figuritas de Buda y música a todo volumen le dan un plus que nos enamoró.
*Existen autobuses de compañías privadas (de colores vistosos) y autobuses estatales, de color rojo/granate. Estos últimos tienen un precio algo más barato, pero no vale la pena ponerse exquisito puesto que ambas opciones son muy baratas.
Los autobuses de color rojo, estatales, son algo más baratos que los privados.
Discreto autobús de una compañía privada.
En la mayor parte de los trayectos llevaremos las mochilas justo al lado del conductor.
- Tren: una de las mejores experiencias de todo el viaje a Sri Lanka fue el viaje en tren por las tierras altas y sus verdes campos de té. Si bien el viaje más famoso es entre las localidades de Ella y Happutale, nosotros continuamos hasta Hatton y al día siguiente hicimos Hatton-Kandy, que también vale mucho la pena. Es un medio de transporte muy barato; vale la pena pagar por 2ª clase en lugar de 3ª, aunque en 3ª van los ceilaneses y se está muy a gusto con ellos… Reservar el billete con antelación es notablemente más caro que comprarlo el mismo día, aunque no sabemos si comprando el mismo día pueden estar agotados los billetes (nosotros los compramos un par de horas antes y no tuvimos problema). El resto de trayectos en tren por el país son bastante lentos y en ocasiones van demasiado llenos…
La mano de una niña ceilanesa juguetea con el viento, en el tren entre Ella y Hatton.

Y NOSOTROS ¿CÓMO NOS MOVIMOS? 
Ya nos dimos cuenta el primer día de que el movernos por Sri Lanka no iba a ser problema, puesto que el transporte público (fundamentalmente el autobús) nos permitiría llegar a casi cualquier lugar.
Nuestros desplazamientos fueron los siguientes:
*Los precios del autobús y tren son por persona, los demás son por el trayecto para los dos; hemos redondeado 1€=150 rupias.
- Aeropuerto de Negombo – Galle: coche con conductor. Caro, pero era de noche, acabábamos de llegar y no encontramos otra opción. 7500 rupias/50€ el trayecto de más de 2 horas, con aire acondicionado.
- Galle – Unawatuna: nuestro primer autobús (¡bien jugado, chicos!), o “el trayecto que nos abrió los ojos”. 20 rupias/0,13€ por el trayecto de 15 minutos hasta el cruce desde donde caminamos 10 minutos más hasta la playa.
Primer autobús que cogimos en Sri Lanka, decorado con unas elegantes telas de ganchillo.
 - Unawatuna – Playa de Koggala (pescadores zancudos) – Mirissa: como queríamos ir desde la misma playa de Unawatuna hasta Mirissa haciendo una breve parada para ver los famosos pescadores zancudos, decidimos ir en tuk tuk. No regateamos demasiado bien y nos cobraron por el trayecto entero 1600 rupias/10,7€.
- Mirissa – Tangalle: volvimos a coger un autobús, aunque tuvimos que hacer transbordo en Matara. 25 rupias/0,16€ de Mirissa a Matara (20 minutos); y además 60 rupias/0,4€ por el trayecto de hora y media de Matara a Tangalle. Una vez en Tangalle nos faltaba llegar hasta el hotel, situado en una playa a 5-7 kilómetros, y no nos quedó otra que coger tuk tuk (700 rupias/4,7€).
- Tangalle – Tissa: en autobús. 100 rupias/0,67€.
Estación de autobús de Matara, donde hicimos transbordo en la ruta entre Mirissa y Tangalle.

Coqueta decoración la del autobús que cogimos.
 - Tissa – Ella: primero hay que llegar al cruce de Pannegamuwa, donde está la carretera principal que pasa cerca de Tissa. Se puede hacer caminando o en tuk tuk (400 rupias/2,67€). Allí tomamos bus (81 rupias/0,54€) hasta Welaway, lo que nos llevó una hora y media; y luego otra hora desde Welaway a Ella (60 rupias/0,4€). Este último trayecto, por carretera de montaña, es espectacular. 
*Sabemos que hay autobús directo de Tissa a Ella, pero al parecer no es muy frecuente.
En Tissa conocimos a Ajantha, quien nos ayudó a encontrar el autobús más rápido (y barato) entre Tissa y Ella. ¡Gracias!

En ocasiones los autobuses van repletos. Por ejemplo, cuando los niños salen del colegio.

- Ella – Hatton – Dalhousie: el famosísimo tren, que serpentea entre campos de té por las tierras altas ceilanesas, parte de Ella, y su tramo más bello es el que lleva a Happutale. Nosotros continuamos hasta Hatton (el billete 2ª Ella-Hatton son 160 rupias/1,07€, con una duración total de más de 4 horas). En la estación de Hatton había ya un autobús esperando para llevarnos a Dalhousie (70 rupias/0,47€), junto a un buen puñado de viajeros de todo el mundo.
Decenas de viajeros esperan, impacientes, la llegada del tren que lleva de Ella hacia el norte.

Por fin llegamos a Hatton, tras más de 4 horas de viaje
En la estación de tren de Hatton ya espera un autobús para llevarnos a Dalhousie. Sincronizados a la perfección. ¡Y apretados como sardinas!
- Dalhousie – Hatton – Kandy: regresamos a Hatton en bus; y allí cogimos de nuevo el tren, esta vez con destino Kandy (110 rupias/0,69€).
Los viajes en tren permiten un contacto cercano con los simpáticos ceilaneses.
En la estación de Hatton, esperando el tren que nos llevará a Kandy.
 - Kandy – Dambulla: 2 horas más en autobús, por 100 rupias/0,67€.
- Dambulla – Polonnaruwa – Dambulla: 90 rupias/0,6€ la ida y 96 rupias/0,64€ la vuelta (la ida de pie en un autobús muy lleno, la vuelta sentados en un autobús más rápido).

- Dambulla –Sigiriya – Dambulla: la ida en autobús hasta la entrada más próxima a la gran roca, nos costó 34 rupias/0,23€. Dado que Sigiriya no se encuentra en la carretera principal, para la vuelta no encontramos autobús que nos llevara a Dambulla. Por ello cogimos tuk tuk hasta el cruce de Inamaluwa (450 rupias) y de allí en bus hasta Dambulla (36 rupias/0,24€).
Esperando a subir al autobús, en la estación de Kandy.

Aunque en un primer momento parezca complicado, siempre encontraremos gente amable en la estación que nos indique cuál es nuestro autobús.
- Dambulla – Aeropuerto de Negombo: la gran odisea, puesto que no existe nada remotamente similar a una conexión directa, y tuvimos que hacer varios transbordos. De Dambulla a Kurunegala es una hora y media (76 rupias/0,51€). Allí llegamos a una caótica estación donde nos llevó bastante trabajo encontrar nuestro siguiente autobús; tras mucho (mucho) preguntar y rechazar autobuses privados VIP, encontramos el que nos llevaba a Negombo (2 horas y media, 98 rupias/0,65€). En Negombo tomamos otro bus en dirección al aeropuerto (que no “al aeropuerto”, nótese la diferencia); nos costó 20 rupias/0,13€, dejándonos en un cruce cercano al aeropuerto. Aquí ya nos rendimos: estábamos a 4 kilómetros de la terminal de salidas, llevábamos unas 6 horas de camino y era de noche, así que paramos un tuk tuk (250 rupias/1,67€).
Tren de Hatton a Kandy.
Eso es todo con respecto al transporte en Sri Lanka, si tenéis cualquier duda ya sabéis que podéis preguntar (haciendo clic aquí abajo, donde “comentarios”).
En la próxima entrada hablaremos un poco de precios y presupuesto ;)

miércoles, 26 de abril de 2017

Viaje de 10 días a Sri Lanka. La ruta realizada

Nuestra infografía sobre la ruta realizada y los medios de transporte empleados.
Acabábamos de llegar de nuestro viaje a Vietnam y se nos planteaba un reto mayúsculo: teníamos comprados los billetes a Sri Lanka y tan solo 3 semanas para preparar todo el viaje, desde cero.
Y, como nosotros somos culos inquietos y nos cunden mucho los días, nos planteamos un viaje muy intenso recorriendo la mayor parte de los lugares interesantes de Sri Lanka. ¡En sólo 10 días!
Pero claro, tenemos que reconocerlo: 10 días son MUY justos para ver Sri Lanka. No teníamos ni un día de descanso; cualquier problema de salud, retrasos con el transporte o incluso un día lluvioso podría dar al traste con nuestro plan. 
Prácticamente como nómadas, hasta en la playa con "la casa a cuestas".
A nuestro favor estaba el hecho de que en Sri Lanka no existen grandes urbes en las que pasar varios días; sino que prácticamente todos los lugares se pueden visitar en una sola jornada. Además, las actividades en la naturaleza (safari, excursiones por la montaña…) requerían madrugar muchísimo, por lo que los días “se alargaban” notablemente.
En un primer momento, tal y como  habían hecho muchos de los blogueros que habíamos leído y también algunos de nuestros amigos, habíamos pensado en movernos por Sri Lanka en un coche con conductor. El problema del precio y, sobre todo, de tener que ir a todos los sitios con un “guía”, nos llevaron a replantearnos esto. Finalmente, salvo alguna pequeña excepción, nos movimos en transporte público, rodeados de ceilaneses y todo nos salió a pedir de boca.
El autobús es, sin duda, la manera de movernos por Sri Lanka que más nos gustó.
NUESTRA RUTA POR SRI LANKA EN 10 DÍAS
Día 1 y 2: tras los vuelos Madrid – Dubai y Dubai- Sri Lanka, llegamos al Aeropuerto de Negombo a las 18:00h. Tras el papeleo, retrasos con las mochilas, cambiar dinero y demás… se hacen casi las 20:00h, y es de noche. Estamos cansados y la única manera que encontramos para ir a Galle fue en coche con conductor.
Día 3: por la mañana visitamos la ciudad de Galle. De allí en autobús hasta la playa de Unawatuna; después en tuk tuk hasta Mirissa haciendo una parada intermedia en la playa de Koggala para ver a los pescadores zancudos. Seguimos en autobús hasta Tangalle, y de allí en tuk tuk hasta nuestro alojamiento en la playa de Rekawa. Por la noche, excursión a la playa para ver a las tortugas.
Largas playas de arena fina y fuertes corrientes.
Día 4: por la mañana damos un agradable paseo por las paradisiacas playas de Rekawa. Después nos dirigimos a la ciudad de Tissa, visitando sus blancas dagobas y recorriendo su enorme lago al atardecer.
Colorida estampa en Tissa.
Día 5: nos levantamos a las 03:30 para hacer un safari por el Yala National Park. Por la tarde desplazamiento a Ella, donde visitamos una fábrica de té.
Elefante en el Yala National Park.
Día 6: subida al Mini Adam’s Peak. Después, viaje en el panorámico tren desde Ella hasta Hatton, una de las mejores experiencias del viaje. De Hatton nos trasladamos a Dalhousie en autobús, donde dormimos.
Magníficas vistas desde lo alto del Mini Adam's Peak.

Campos de té vistos desde el tren que nos llevó de Ella a Hatton.
Día 7: nos levantamos a las 01:45 para subir al Adam’s Peak y disfrutar del amanecer desde la cima de esta montaña sagrada. Tras el descenso volvemos a Hatton en autobús y, desde allí, en tren hasta Kandy. En Kandy vemos un espectáculo de danzas típicas y conocemos un poco la ciudad.
Primeros escalones del descenso del Adam's Peak. Mil metros de desnivel, más o menos.
Día 8: recorremos Kandy y celebramos el día de la poya con los ceilaneses, visitando el Templo del Diente de Buda. Por la tarde autobús hasta Dambulla, donde llegamos casi a la hora de cenar.
Ceilaneses orando en el Templo del Diente de Buda, en Kandy.
Día 9: pronto por la mañana salimos hacia Polonnaruwa, donde recorremos en bicicleta sus antiguos templos. Regresamos a Dambulla a media tarde, y visitamos sus espectaculares cuevas.
Uno de los templos de Polonnaruwa.
Día 10: el último día no podía ser menos y nos preparamos para la gran maratón. Madrugamos para ir a Sigiriya, y afrontamos el vertiginoso ascenso hasta la cumbre de su enorme roca. Regresamos al mediodía a Dambulla, para volver al aeropuerto de Negombo en autobús (tras varios transbordos…). Llegamos al aeropuerto de noche y sin un gramo de energía, quedándonos dormidos en el suelo durante 5 horas.
En lo alto de la gran roca de Sigiriya.
¡¡BONUS!!: tenemos escala de 6 horas en Dubai y sacamos fuerzas para hacer una pequeña escapada.  

Como veis, fue un viaje vibrante, en el que no tuvimos prácticamente ni un minuto de descanso. La ventaja es que pudimos conocer gran parte de la isla en tan solo 10 días; aunque pensamos que para hacer esta ruta lo ideal sería añadir un par de días más: posiblemente uno para pasear por los campos de té en los alrededores de Ella, y otro para disfrutar de las playas del sur (Rekawa, Tangalle, Mirissa, etc…).
Por el contrario, hay lugares interesantes de Sri Lanka que no pudimos visitar; como por ejemplo las Llanuras de Horton (cerca de Nuwara Eliya) y las ruinas de Anuradhapura. En caso de disponer de más días también se podría visitar la península de Jaffna (al norte) y algún otro parque nacional.
En conclusión, fue una ruta muy intensa pero que nos permitió descubrir uno de nuestros (a partir de ahora) destinos favoritos. Proximamente, en el blog, lo iremos detallando día a día.
Curioso templo (Golden Temple) en Dambulla.