domingo, 21 de agosto de 2016

De Chamonix a Ginebra (I). Tocando el Mont Blanc


El viernes por la tarde noche, a las 20:50 tomamos un avión easyJet en el aeropuerto de Barcelona (BCN). En aproximadamente una hora y media llegamos al aeropuerto de Ginebra (GVA). Vuelo tranquilo, sin incidencias y con muchísima ilusión.
Una vez en el aeropuerto localizamos fácilmente la zona de alquiler de coches. Hemos reservado a través de la web de Pepecar, con la compañía Unirent (aunque todo el papeleo lo hacemos en la oficina de Europcar). Todo el trámite rápido y sin ningún problema. Un pequeño autobús gratuito nos lleva al parking P51, para recoger nuestro vehículo.
Montamos en el coche y emprendemos el camino hacia Chamonix. A pesar de que llevamos GPS en el móvil, los carteles indicadores en la carretera son muy claros. En un primer momento iremos dirección Francia, hasta cruzar la frontera. 

*Recordar que para circular por las autopistas de Suiza es necesaria una pegatina (“vignette”), que ya va incluida en el vehículo de alquiler. 

El cruzar la frontera es algo simbólico, en las casetas no nos detenemos ya que no vemos a nadie.
Carreteras en muy buen estado, bien señalizado nuestro destino (Chamonix-  Mont Blanc). Nos cuesta una hora más o menos llegar a Chamonix.
Una vez llegados a Chamonix tenemos que encontrar nuestro alojamiento. En las próximas dos noches vamos a dormir en el Chalet des Pelerins, situado en la calle del mismo nombre (“Route des Pelerins”). A pesar de que pasamos por delante en varias ocasiones, el cartel indicador es pequeño y cuesta verlo. Es más fácil encontrarlo sabiendo que está justo enfrente del pequeño hospital de la ciudad.
El Chalet des Pelerins, tal y como su nombre indica, es un pequeño chalet en el que hay 2 plantas con varias habitaciones y zona común (comedor, salón, terraza, etc…). Está situado a unos 10 minutos andando del centro de Chamonix. Asomándonos a la ventana, vemos las cimas del Mont Blanc, Aiguille du Midi y el enorme Glacier des Bossons. Nuestra habitación es pequeña pero con una cama gigante y muy cómoda. Tenemos lavabo y ducha en la habitación, pero el WC está fuera (es común para otras habitaciones). Todo muy limpio y ordenado. Dispone de parking privado gratis.

Entrada y aparcamiento del Chalet Les Pelerins.
 
Asomarse a la ventana y disfrutar de estas vistas no tiene precio.
Dado que ha sido un día muy largo, nos vamos a dormir, que mañana tocará madrugar mucho.

 
Son las 06:30h cuando suena el despertador. Linsay, una de las dueñas del chalet, nos ofreció preparar el desayuno antes (a las 07:00h) para poder llegar pronto a coger el teleférico. Habitualmente el desayuno se sirve a las 08:00.
El desayuno que nos prepara es excelente. Una selección de embutidos, quesos, zumos y la posibilidad de tomar huevos fritos, revuelto, tortilla…a nuestro gusto. Como colofón, unos croissants recién horneados como nunca habíamos probado. Delicioso todo.
Llegamos a la entrada del teleférico un poco antes de las 8 de la mañana. A estas horas apenas hay cola (recomendadísimo madrugar, más tarde suele haber colas interminables).

 
Entrada al teleférico de l'Aiguille du Midi.

Tenemos varias opciones, siendo las más aconsejables:
1. Comprar la entrada que nos lleva de Chamonix a la Aiguille de Midi ida y vuelta (58,5€).
2. Comprar la entrada que nos lleva de Chamonix a la Aiguille du Midi y de allí a la Punta Helbronner (este último anunciado como "Mont Blanc Panoramic"; 86,5€ ida y vuelta).
3. Comprar el Mont Blanc multipass (desde 1 a varios días). Incluye el teleférico de Chamonix a la Aiguille du Midi y el tren de Montenvers, pero no el teleférico “Mont Blanc Panoramic”.

-    

Nosotros nos decantamos por comprar la segunda opción, puesto que nos han confirmado que el teleférico que va de la Aiguille du Midi a la Punta Helbronner (el Mont Blanc Panoramic) es espectacular. Como luego veremos, los 86,5€, aunque son una pasta, valen la pena. Llevamos ropa de abrigo, puesto que a esa altitud la temperatura es muy inferior a la del valle (el día que subimos tan solo 3ºC).
-  

Compramos la entrada y nos disponemos a subir a una góndola en la que caben unas 50-60 personas; eso sí, apretados como sardinas. Tenemos suerte de poder estar pegados a las ventanas y así disfrutamos de las vistas ascendiendo.
El primer trayecto dura unos 7-8 minutos (así, a ojo), pasando de los 1038 metros de Chamonix hasta los 2317 metros en que se encuentra el .Plan de l’Aiguille.
Allí cambiamos de un teleférico a otro similar, que nos lleva desde Plan de l’Aiguille hasta la Aiguille du Midi, a 3777 metros de altitud (en total, todo el teleférico supera un desnivel de 2749 metros). Este último tramo es algo más vertical y nos permite disponer de unas vistas realmente espectaculares, con el valle de Chamonix a nuestros pies.

Tramo de teleférico de Plan de l'Aiguille a la Aiguille du Midi.
 Una vez descendemos del teleférico llegamos a una pequeña terraza con unas vistas de 360º impresionantes. A nuestro alrededor podemos distinguir numerosas montañas, muchas de las cuales superan ampliamente los cuatro mil metros de altitud. Destaca el Mont Blanc, rodeado de imponentes glaciares. Mont Maudit, Mont Blanc du Tacul, Dôme du Goûter, Den du Géant, Grandes Jorasses...prácticamente al alcance de nuestras manos. Más a lo lejos reconocemos al Grand Combin, Monte Rosa e incluso el Cervino/Matterhorn. Lo más llamativo es ver a los alpinistas que inician sus rutas, bien equipados, por las nevadas aristas de la montaña en dirección a los inmensos glaciares o por la vertical Arête des Cosmiques.
 
De izquierda a derecha: Mont Blanc du Tacul, Mont Maudit, Mont Blanc y Dôme du Goûter.
Alpinistas iniciando la ruta desde la Aiguille du Midi.
Primeros pasos del camino...
Afiladas aristas.
A lo lejos reconocemos las siluetas del Grand Combin y del Cervino/Matterhorn.

La estación de Aiguille du Midi incluye, además de varios miradores, una cafetería (precios caros pero tampoco excesivos), una tienda de recuerdos, un restaurante, baños y unas pequeñas salas de exposiciones (recomendado dar un paseo y conocerlo todo).
También podemos tomar un ascensor que nos sube a la parte más alta de la Aiguille du Midi, a 3842m de altitud. Somos muchos los que, debido a la hipoxia, notamos una cierta sensación de “mareo” en ocasiones. Además,  notamos un cansancio excesivo por el simple hecho de subir o bajar 15-20 escaleras para ir al baño o a la cafetería. Cosas del déficit de oxígeno en altitud. 

Vista desde la terraza superior, a 3842 metros de altitud. Vemos la terraza inferior y Chamonix al fondo.

En esta terraza superior se encuentra el “Step into the void”, un cubículo de cristal sobre el que nos podemos situar teniendo una caída de 1000 metros debajo de nosotros. Es una atracción muy popular, y las colas para hacerse una foto allí pueden llegar a ser desesperantes. Nos encontramos con una fila de más de una hora… por lo que decidimos seguir nuestro recorrido sin hacernos la famosa foto.

"Step into the void", visto desde la terraza inferior.
Interminable cola para hacerse foto en el "Step into the void".

Continuamos la visita tomando un teleférico (“Mont Blanc Panoramic”) que nos lleva a la Punta Helbronner (3466 m). Son pequeñas cabinas en las que caben cuatro personas, y que surcan el cielo por encima de la Vallée Blanche y el Glacier du Géant. Tomamos tantas fotos de los glaciares, seracs, valles y montañas, que llegamos a gastar una de las baterías de la cámara.

Cabinas colgando sobre la Vallée Blanche.
Espectacular vista sobre la Mer de Glace.
Suspendidos en el aire.
Mer de Glace, el glaciar más grande de Francia.
Alpinistas acometiendo una dura ascensión.
Verticales agujas.
Volamos, literalmente, justo por encima de los alpinistas.

El trayecto hasta la Punta Helbronner dura unos 20 minutos. Nos encontramos en territorio italiano; teniendo vistas excepcionales del Valle de Aosta y las montañas que lo rodean. Nada más llegar ya nos entregan un ticket con el “billete de vuelta”, y la hora a la que debemos regresar. Son 45 minutos,  suficientes para visitarlo tranquilamente.

Mont Blanc desde la Punta Helbronner, ya en territorio italiano.
Vista atrás al recorrido realizado en teleférico. Al fondo se aprecia la Aiguille du Midi.
Montañeros sobre el inmenso campo de nieve.

Regresamos con las mismas cabinas a la Aiguille du Midi; en este trayecto las vistas vuelven a ser notables. 
Gigantescos seracs con el Mont Blanc de fondo.
Impresionantes cornisas en las paredes del Mont Blanc du Tacul.
Abundantísima nieve, creando originales formas.
Refuge des Cosmiques y numerosos alpinistas.

Al llegar también nos entregan un ticket para descender a la hora indicada. De esta manera evitan las aglomeraciones excesivas en un espacio tan pequeño. Nos da tiempo a ir al baño y comer algo antes de coger el teleférico que nos deja en la parada intermedia, el Plan de l’Aiguille. En este punto podríamos continuar en el teleférico hasta Chamonix; sin embargo, nosotros paramos aquí.
El Plan de l’Aiguille se encuentra a 2317 metros de altitud, y dispone de un bar con terraza y unas vistas increíbles. Montañas de verticales paredes y afiladas crestas, enormes glaciares, la cima del Mont Blanc…Vale la pena detenerse a admirar el paisaje.

¿Qué puede haber más placentero que tomar una cerveza en este entorno?

Decidimos realizar el trayecto, caminando, desde el Plan de l’Aiguille hasta Montenvers; ruta conocida como el Grand Balcon Nord (gran balcón norte). Tardamos unas 2 horas y media en realizar el camino, en un entorno espectacular. Poco antes de llegar a Montenvers llegamos al collado de la Signal de Forbes, desde donde las vistas de la Mer de Glace y las Grandes Jorasses nos deja con la boca abierta durante un largo rato. (Ver descripción detallada de la ruta realizada aquí).
Mer de Glace, con las Grandes Jorasses al fondo. Vista desde la Signal de Forbes.

Llegamos a Montenvers, una coqueta estación de tren situada justo al lado del glaciar más grande de Francia, la Mer de Glace. Allí, además de la estación tenemos un pequeño bar, baños y varios espacios que visitar: Glaciorium, Cueva de Hielo (tomando otro pequeño teleférico, de pago), Galería de los Cristales…
Nosotros únicamente disfrutamos de las vistas del glaciar, y tomamos el tren cremallera que nos lleva a Chamonix en unos 20 minutos.

Tren cremallera en la estación de Montenvers, a 1913 metros de altitud.

 NOTA: nosotros teníamos la falsa idea de que el precio del tren iba incluido en el billete del teleférico de la Aiguille du Midi. FALSO. El billete del tren va incluido en el Mont Blanc multipass, que es algo distinto. Sin embargo, a uno de nosotros nos dieron el ticket por válido (¿?) y al otro nos dejaron pasar sin más. La opción correcta para realizar nuestra ruta es o bien comprar el Mont Blanc multipass + el Mont Blanc Panoramic (que nos lleva a la Punta Helbronner) o bien comprar el billete desde Chamonix a la Aiguille du Midi y de allí a Helbronner + billete del tren de Montenvers.
Lo siento, señores de Chamonix, la verdad es que no nos quedó claro y el no pagar fue sin querer. 

El trayecto en tren dura unos 20 minutos, recomendamos sentarse en la parte del tren más próxima a la estación, puesto que tiene mejores vistas durante el descenso.
Una vez llegamos a Chamonix paseamos un poco por sus muy animadas calles, llenas de turistas y montañeros. Resulta entretenido entrar a las tiendas de material de montaña, ver la estatua en honor a Horace-Bénédict de Saussure y Jacques Balmat (pioneros en la conquista del Mont Blanc) y pasear por el pueblo rodeado de glaciares y nevadas montañas.

Ambiente de Chamonix.
Saussure y Balmat, mirando al Mont Blanc.

Cenamos en el restaurante “Le Bartevel”, fondue y una tartiflette (consistente en patatas, queso, bacon, cebollas y vino blanco; todo ello gratinado). Precios caros aunque habituales para la zona en la que estamos (unos 45 euros la cena de los dos).
Tras cenar regresamos a nuestro alojamiento, donde vamos pronto a dormir tras un largo pero emocionante día.



No hay comentarios:

Publicar un comentario