Viaje a Vietnam. Hanoi: dulce introducción al caos.
Caótico tráfico en Hanoi. Todo un reto el cruzar las calles.
Tras un largo vuelo, con escalas en París y Guangzhou, llegamos por fin a Vietnam. Y lo hacemos a su capital, Hanoi, una ajetreada ciudad de tráfico caótico en la que podemos encontrar, sin embargo, rincones sosegados donde disfrutar del tranquilo transcurso de la vida en el sudeste asiático. Nada más llegar al aeropuerto debemos rellenar el papel del visado (solicitado previamente por internet) y pagar 25$ por persona. En pocos minutos nos dan el permiso de entrada, por lo que accedemos al control de pasaportes y, por fin, estamos en territorio vietnamita. Nos recoge el taxista del hotel, tal y como habíamos acordado por internet, y en poco más de media hora llegamos a la puerta del Hanoi 3B homestay. Allí nos reciben amablemente con un té con leche, plátanos y unos zumos deliciosos mientras esperamos a poder entrar en la habitación. Buen recibimiento, sí señor.
Aunque no sea gran cosa, tras un viaje eterno esto sienta de maravilla.
Dejamos las mochilas en la habitación, nos duchamos y, a pesar de que estamos cansados, nos disponemos a conocer la ciudad. El hotel está muy bien situado, así que iremos caminando. En primer lugar nos dirigimos al Complejo del Mausoleo de Ho Chi Minh. Se trata de una amplia zona, siempre llena de turistas vietnamitas, con unos bonitos jardines, el palacio presidencial, un museo, la pagoda del pilar único y la casa de pilares. Pagamos la entrada (40000 dongs) y recorremos tranquilamente, bajo un sol de justicia, todo el complejo. Puede ser curioso, pero para el turista no supone una visita demasiado interesante. Eso sí, para los vietnamitas supone una especie de lugar de peregrinación, y lo visitan en enormes grupos dirigidos por guías que gritan a través de megáfonos. Tranquilidad, lo que es tranquilidad, no hay demasiada. El mausoleo en sí, donde reposan los restos de Ho Chi Minh, no lo visitamos.
Detalle del Palacio presidencial.
En el interior del Complejo del Mausoleo de Ho Chi Minh.
Una vez salimos del recinto nos dirigimos a la enorme plaza Ba Dinh. En ella destaca el enorme cubículo de mármol que es realmente el mausoleo de Ho Chi Minh. En los alrededores, gigantescos edificios de hormigón de clara inspiración soviética.
Posando en la gigantesca plaza Ba Dinh, con el mausoleo de Ho Chi Minh al fondo.
Día soleado para pasear por Hanoi, ideal.
El Mausoleo de Ho Chi Minh.
Seguimos caminando por la ciudad hasta llegar a la Plaza de la estatua de Lenin, justo al lado de la Torre de la Bandera y de la Ciudadela imperial. Este último emplazamiento, a pesar de ser interesante, no lo visitamos por dentro (había que pagar, no teníamos demasiado tiempo antes del anochecer y estábamos cansados).
Detalle de la Torre de la Bandera. Como su nombre indica, es una torre con una bandera. Y poco más.
Continuamos la ruta llegando al Templo de la Literatura. Se trata de un antiguo templo, construido en honor a Confucio allá por el siglo XI, siendo la primera universidad de Vietnam. Pagamos la entrada (30000 dongs, 15000 los estudiantes) y paseamos por su interior. Destaca la sala principal, con una estatua de Confucio, y los pequeños estanques y apacibles jardines. Asimismo, en el recinto hay numerosas losas de piedra situadas sobre estatuas de tortugas; en dichas losas aparecen los nombres de los mejores estudiantes que hubo en la universidad durante varios siglos. En el Templo de la Literatura coincidimos con varios grupos de estudiantes recién graduados, lo que aporta color y ambiente festivo al lugar.
Entrada al Templo de la Literatura.
¡Jejejeje, me he ahorrado la mitad del precio de la entrada por mi carnet de estudiante!
Jóvenes vietnamitas celebrando una fiesta de graduación.
Tras la visita nos dirigimos al bar Koto, en el que probamos los primeros bocados de comida vietnamita (rollitos vegetales fríos y arroz con vegetales). Nada destacable el bar, a pesar de estar recomendado en algunas guías. Nos acercamos a uno de los epicentros de la vida en Hanoi: el lago Hoan Kien. Rodeamos sus orillas, con un gran ambiente ya entrada la noche. Numerosas parejas pasean por este lugar tan romántico. Como estamos cansados, decidimos regresar al hotel, aunque pasando previamente por el mercado nocturno. Dicho mercado solo funciona de viernes a domingo, y en él podemos encontrar ropa y todo tipo de recuerdos de Vietnam, a buenos precios (imprescindible regatear). A pesar de que no tuvimos ningún problema, conviene tomar precaución ante posibles carteristas.
Sobre las 19:30, agotados no solo por la caminata sino por el largo viaje, llegamos al hotel y vamos a dormir. Mañana será otro día.
Bullicioso mercado nocturno, justo al lado de nuestro hotel.
Ruta realizada el primer día.
2º día
Hemos dormido como bebés, así que con las pilas a tope encaramos un día entretenido en Hanoi. El desayuno en el hotel es contundente (noodles, verduras al vapor, arroz… y, además, la posibilidad de elegir algunos platos a la carta). Damos buena cuenta de toda la comida y preparamos la mochila, que nos guardarán en el hotel mientras pasamos los dos días siguientes en Sapa. Salimos del hotel en dirección sur, para llegar enseguida al mercado Dong Xuan, el más grande de Hanoi. Construido a finales del siglo XIX, se trata de un enorme edificio con laberínticos pasillos repletos de todo tipo de artículos en venta. Si bien es un lugar bastante turístico (y por ello con precios algo más elevados), en él se palpa fielmente la realidad local.
En los estrechos pasillos del mercado Dong Xuan apenas resta espacio para pasar.
Una vez salimos del mercado decidimos pasear por el barrio antiguo de la ciudad, recorriendo las calles perfectamente ordenadas por gremios: herreros, joyeros, herboristas… Realmente un espectáculo para los sentidos.
Cada calle un gremio. En esta hacen pequeños objetos religiosos de madera.
Siempre se pueden cargar las motos un poquito más. Las vimos peores, sin duda.
Corbatas, pañuelos, blusas... comprar objetos de seda en Vietnam es una buena opción.
Seguimos nuestra ruta hasta la Catedral de San José, situada en una coqueta plaza muy frecuentada por mochileros. Por desgracia, la catedral está cerrada y no podemos visitarla.
Al fondo asoma la Catedral de San José.
Aprovechamos para hacer un alto en el camino y entrar en el Hanoi House, un pequeño bar con terraza y vistas privilegiadas a la catedral. Se accede desde la plaza a través de un sórdido callejón, pero luego el lugar es acogedor y agradable. Nos refrescamos con unos buenos zumos naturales.
Pues no están nada mal estos zumos naturales, ¿no?
Tras el descanso vamos hasta la prisión de Hoa Lo. Construida por los franceses a finales del siglo XIX, inicialmente fue utilizada para recluir a presos políticos vietnamitas. Con el paso de los años y en plena Guerra de Vietnam, a ella enviaron a los norteamericanos que caían en manos de los vietnamitas del norte. La entrada nos cuesta 30000 dongs (15000 con carnet de estudiante). Paseamos por su interior visitando las celdas y contemplando algún horripilante método de tortura (guillotinas, etc…). La visita a la prisión, aunque con historia interesante, no nos gusta demasiado. Prescindible.
Echando un vistazo a las celdas de la prisión de Hoa Lo. La apodaban, irónicamente, la "Hanoi Hilton".
Antes del anochecer nos acercamos al Museo Nacional de Historia Vietnamita. Se trata de un edificio bastante espectacular, pintado de un llamativo color ocre. La entrada nos cuesta 30000 dongs (15000 con carnet de estudiante). Aunque apenas disponemos de 45 minutos antes de su cierre, nos parece una visita entretenida.
Con los últimos rayos de sol sobre el horizonte pasamos por delante de la Ópera hasta llegar al lago Hoan Kien, hoy todavía más animado que el día anterior.
Majestuoso edificio de la Ópera.
Llega el atardecer a Hanoi. Una buena manera de disfrutarlo es pasear por las orillas del lago Hoan Kien.
Sin embargo, antes de pasear un poco por las orillas del lago, vamos al Teatro de las Marionetas de Agua, para comprar las entradas con algo de antelación (suele estar lleno y no queremos perdernos el espectáculo). Pagamos 100000 dongs + 20000 por “poder hacer fotos” (esto último es una especie de timo, no vale la pena pagarlo…y si quieres hacer las fotos las haces igual). Ya con las entradas en el bolsillo decidimos, ahora sí, disfrutar de las vistas del lago. Llamativo, sin duda, el precioso puente iluminado con luz roja, y que permite el acceso al Templo de Ngoc Son. Más al fondo, en otra pequeña isla del lago, la Torre de la Tortuga, emblema de la ciudad de Hanoi.
Puente de madera que nos acerca al Templo Ngoc Son.
Entramos al Teatro de las Marionetas de Agua, lleno de turistas. El espectáculo, amenizado por música tradicional vietnamita en directo, representa varias escenas de animales y de la vida cotidiana, durante aproximadamente una hora. Resulta curioso, cuando menos, el ver moverse las marionetas sobre el agua con tanta soltura. Recomendado acercarse a uno de estos espectáculos durante la estancia en Vietnam.
El espectáculo de las marionetas de agua se acompaña de música en directo.
Detalle, algo movido, de las marionetas de agua.
Al finalizar callejeamos por una zona bastante animada, repleta de bares y restaurantes, de camino al hotel. Cenamos, muy muy bien, en el restaurante 5 spices, que nos habían recomendado. Tras cenar, volvemos al hotel, donde cogemos nuestras mochilas pequeñas (las grandes nos las guardan) y los resguardos para cambiar por los billetes del tren a Sapa (160$ ida y vuelta para 2 personas).
Ruta realizada el segundo día.
Llegamos a la estación y, justo antes de entrar al edificio principal, una persona nos indica que no tenemos que ir allí, sino que la tenemos que seguir. Aunque con dudas, la seguimos. Allí, cerca de las vías, hay una mesa destartalada en la que dos hombres cambian nuestros resguardos por billetes de tren. Imaginaos la situación: en una zona oscura, fuera de la estación, dos hombres os cambian los resguardos por unos supuestos billetes. ¿Huele a timo? Pues la verdad es que no, que eso funcionaba así. Raro, pero así fue. Una vez entramos al tren y la revisora nos da el visto bueno, nos quedamos más tranquilos. Disponemos de un camarote con literas, para cuatro personas, muy acogedor. Compartimos viaje con una pareja japonesa, ruidosos pero simpáticos. El viaje de Hanoi a Lao Cao, donde tenemos que bajar, dura unas 8 horas, que aprovechamos para dormir (y ahorrarnos una noche de hotel).
Pues este es nuestro camarote, acogedor y confortable. ¡A dormir!
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