Cómo viajar de Halong a Tam Coc con botas, mochila y una bolsa de basura repleta de regalos. |
La bahía de Halong, como ya hemos comentado en el anterior post, es posiblemente el lugar más conocido de Vietnam, con su hermoso paisaje de islas verticales. Algo más al sur, a unos 150 kilómetros al suroeste, se encuentra la pequeña localidad de Tam Coc, por la que transcurre el río Ngo Dong entre espectaculares formaciones kársticas. Es tal la semejanza entre estos dos lugares que, por razones obvias, a la zona de Tam Coc se le conoce también como la bahía de Halong en tierra.
La verdad es que se parecen mucho, ¿no? A la izquierda la bahía de Halong y a la derecha el río Ngo Dong, cerca de Tam Coc. |
Muchísimo menos masificada y visitada que su “hermana mayor”, llegar a Tam Coc desde otros puntos de Vietnam puede ser algo complicado. Si bien muchos se decantan por una excursión en el día desde Hanoi, nuestra ruta no contemplaba dicha posibilidad, sino que decidimos ir desde la bahía de Halong hasta Tam Coc en modo “low-cost”. Fue una decisión más que acertada, puesto que además de ahorrarnos dinero, el viaje fue bastante entretenido y algo bizarro. Además, el pasar una noche en esta pequeña aldea es algo que recomendamos 100%. Aquí va nuestra experiencia:
Ruta realizada (creemos) por el autobús, desde Halong hasta Ninh Binh. De allí taxi hasta Tam Coc. |
Gastos del viaje. |
El crucero en Halong finaliza sobre las 12:00, y ya hemos comido en el barco, así que el resto del día lo podemos utilizar en llegar a Tam Coc. Hemos mirado en guías, en internet…y poca información, la verdad; así que no parece algo muy sencillo.
Preguntamos a Nam, nuestro guía en el crucero por Halong. Nos ofrece un autobús de su compañía (orientado única y exclusivamente a turistas) por unos 15$.
- ¿15 dólares? Uffff, es que con eso podemos hacer muchas cosas… – pensamos–. Además, nos gustaría viajar con la gente de aquí, en el transporte que utilicen los vietnamitas.
- Entiendo. – Nam enseguida comprende que nos hemos dejado una pasta en el crucero pero que no nos apetece ir en modo turista-guiri total.
- Es que nos gusta mezclarnos con el ambiente local y demás…
- Bueno, pues si os parece os puedo acercar con el bus de la compañía, que justamente pasa por delante de la estación de autobuses de Halong, mientras vamos hacia Hanoi.
- Vale, ¡nos viene perfecto! – decimos mientras sonreímos de oreja a oreja.
- Entiendo. – Nam enseguida comprende que nos hemos dejado una pasta en el crucero pero que no nos apetece ir en modo turista-guiri total.
- Es que nos gusta mezclarnos con el ambiente local y demás…
- Bueno, pues si os parece os puedo acercar con el bus de la compañía, que justamente pasa por delante de la estación de autobuses de Halong, mientras vamos hacia Hanoi.
- Vale, ¡nos viene perfecto! – decimos mientras sonreímos de oreja a oreja.
Nam nos apunta en un papel, amablamente, cómo decir (en vietnamita) que queremos comprar dos billetes de autobús a Ninh Binh. Nos miramos un poco sorprendidos puesto que en Vietnam prácticamente todo el mundo chapurrea algo de inglés y nos extraña que, precisamente en Halong, necesitemos traducción al vietnamita. Pero bueno…
Un trayecto de unos 20 minutos nos lleva desde el puerto de Halong a la estación de autobús de Halong (Bến xe khách Bãi Cháy, pronúnciese al gusto). Nos despedimos de Nam y del resto de compañeros de crucero y entramos en la estación por su puerta principal. Mientras bajamos del bus, Nam nos dice que en ocasiones podemos coger el autobús “sobre la marcha” en la carretera que pasa al lado de la estación, pero que mejor preguntemos en las taquillas que así será más fácil.
Un trayecto de unos 20 minutos nos lleva desde el puerto de Halong a la estación de autobús de Halong (Bến xe khách Bãi Cháy, pronúnciese al gusto). Nos despedimos de Nam y del resto de compañeros de crucero y entramos en la estación por su puerta principal. Mientras bajamos del bus, Nam nos dice que en ocasiones podemos coger el autobús “sobre la marcha” en la carretera que pasa al lado de la estación, pero que mejor preguntemos en las taquillas que así será más fácil.
Entrada a la estación de autobuses de Halong. |
Ruido, muchos cláxones y muchos autobuses sin orden aparente. A mano izquierda, entrando por la puerta principal, adivinamos una pequeña oficina que parece corresponder a las taquillas.
- Hello, good afternoon – decimos.
- Hello – responden, con cara de saberpoco nada de inglés.
- Queremos dos billetes a Ninh Binh, en el próximo autobús que salga hacia allí – decimos, en inglés, obviamente.
Parece que nuestra interlocutora no se ha enterado de nada, así que repetimos mientras sacamos el papel escrito en vietnamita:
- Ninh Binh, two tickets, please – mientras gesticulamos diciendo “dos” con las manos.
La cajera nos cobra 180000 dongs por persona (unos 7€). Vemos que, a nuestra derecha hay un cartel que pone claramente que a Ninh Binh son 120000.
– Oiga, que ahí pone 120000 y usted nos ha cobrado 180000 – señalamos alternativamente el cartel de los precios y el dinero que tiene en la mano.
- Hello, good afternoon – decimos.
- Hello – responden, con cara de saber
- Queremos dos billetes a Ninh Binh, en el próximo autobús que salga hacia allí – decimos, en inglés, obviamente.
Parece que nuestra interlocutora no se ha enterado de nada, así que repetimos mientras sacamos el papel escrito en vietnamita:
- Ninh Binh, two tickets, please – mientras gesticulamos diciendo “dos” con las manos.
La cajera nos cobra 180000 dongs por persona (unos 7€). Vemos que, a nuestra derecha hay un cartel que pone claramente que a Ninh Binh son 120000.
– Oiga, que ahí pone 120000 y usted nos ha cobrado 180000 – señalamos alternativamente el cartel de los precios y el dinero que tiene en la mano.
Interior de la oficina. En el cartel de la izquierda los horarios y supuestos precios. |
Entre ella y una compañera, en un inglés bastante pobre, nos dan a entender que ese es el precio del bus de la mañana; que el bus de la tarde se desvía para recoger a pasajeros en la estación y que por eso es más caro. Nos huele a pequeño súper timo, pero nos resulta imposible comunicarnos con ellas, así que nos tenemos que resignar.
No nos entregan los billetes, lo cual nos extraña un poquito más, y nos dicen que esperemos en la salita.
- Nos habrán timado, quizá, pero de todas maneras nos salen los billetes a menos de la mitad que si los hubiéramos cogido con la compañía del crucero – pensamos en voz alta, para sentirnos algo mejor.
No nos entregan los billetes, lo cual nos extraña un poquito más, y nos dicen que esperemos en la salita.
- Nos habrán timado, quizá, pero de todas maneras nos salen los billetes a menos de la mitad que si los hubiéramos cogido con la compañía del crucero – pensamos en voz alta, para sentirnos algo mejor.
Esperando en la oficina a que llegue el autobús. |
Aprovechamos el tiempo de espera para ordenar las mochilas e ir al WC más sucio que hemos visto en muchísimo tiempo (¡y de pago, encima!). Esos 2000 dongs (menos de 10 céntimos) duelen, de verdad.
Baños de pago en la estación de autobuses de Halong. |
A las 13:30 un autobús irrumpe a toda velocidad en la estación mientras toca el claxon insistentemente. La cajera nos dice que es el nuestro, así que salimos corriendo hacía allí.
Un joven nos ayuda a dejar las mochilas en el maletero y nos indica que nos sentemos al fondo del todo (donde quedan los últimos dos asientos vacíos). A nuestra entrada un silencio absoluto en el autobús. Todos los vietnamitas nos observan. ¿Qué harán estos dos occidentales en el autobús? Nos sentamos y sonreímos a nuestros vecinos, algo cohibidos por la extraña recepción.
El autobús arranca rápidamente y va parando cada pocos metros a recoger más gente. Dado que ya no hay asientos vacíos, poco a poco la gente se va sentando en el pasillo y, posteriormente, de pie en la zona delantera.
Ofrecemos galletas a nuestro vecino de asiento, que tiene pinta de universitario o similar. Con suerte hablará algo de inglés. Un escueto “no” rechaza nuestras deliciosas galletas de coco. Pues nada, intentaremos leer si los constantes volantazos, acelerones y frenazos del autobús nos lo permiten.
Un joven nos ayuda a dejar las mochilas en el maletero y nos indica que nos sentemos al fondo del todo (donde quedan los últimos dos asientos vacíos). A nuestra entrada un silencio absoluto en el autobús. Todos los vietnamitas nos observan. ¿Qué harán estos dos occidentales en el autobús? Nos sentamos y sonreímos a nuestros vecinos, algo cohibidos por la extraña recepción.
El autobús arranca rápidamente y va parando cada pocos metros a recoger más gente. Dado que ya no hay asientos vacíos, poco a poco la gente se va sentando en el pasillo y, posteriormente, de pie en la zona delantera.
Ofrecemos galletas a nuestro vecino de asiento, que tiene pinta de universitario o similar. Con suerte hablará algo de inglés. Un escueto “no” rechaza nuestras deliciosas galletas de coco. Pues nada, intentaremos leer si los constantes volantazos, acelerones y frenazos del autobús nos lo permiten.
Nuestro autobús, circulando en algún lugar del norte de Vietnam, cuando todavía no estaba lleno del todo. |
Cuando llevamos unas 2 horas de camino, el autobús para en una especie de gasolinera/supermercado/área de servicio en medio de una ciudad. No tenemos ni idea de dónde estamos, así que preguntamos a nuestro compañero:
- ¿Ninh Binh?
- No – contesta, mientras hace el número 10 con las manos.
No nos queda muy claro si es que paramos 10 minutos o qué, pero viendo que todos bajan, nosotros también. Y sí, la cuestión es que paramos 10 minutos en esa gasolinera/supermercado/área de servicio de una zona 0% turística de Vietnam. Nos sentimos observados, la verdad. No creemos que vean demasiados extranjeros por la zona, por lo que parece.
Decidimos ir al baño, puesto que no sabemos exactamente cuánto rato queda para llegar a Ninh Binh (son unas 4 horas, por lo que debemos encontrarnos por la mitad).
Nos separamos para ir al baño y, cuando nos juntamos, Paula regresa con cara de susto.
- ¡¡Pedro, no te vas a creer lo que he visto!! – más cara de susto todavía.
Resumido: el baño de mujeres es una sala amplia de suelo inundado, en la que unas 20-25 señoras están sentadas de cuclillas sobre unos ladrillos orinando directamente en el suelo, de manera que “todo” el pis confluye en una canalera a modo de desagüe. Como dice el refrán, vale más una imagen que mil palabras. Y, aunque no sea una foto del lugar en concreto, creo que os podéis hacer a la idea de cómo fue la situación:
- ¿Ninh Binh?
- No – contesta, mientras hace el número 10 con las manos.
No nos queda muy claro si es que paramos 10 minutos o qué, pero viendo que todos bajan, nosotros también. Y sí, la cuestión es que paramos 10 minutos en esa gasolinera/supermercado/área de servicio de una zona 0% turística de Vietnam. Nos sentimos observados, la verdad. No creemos que vean demasiados extranjeros por la zona, por lo que parece.
Decidimos ir al baño, puesto que no sabemos exactamente cuánto rato queda para llegar a Ninh Binh (son unas 4 horas, por lo que debemos encontrarnos por la mitad).
Nos separamos para ir al baño y, cuando nos juntamos, Paula regresa con cara de susto.
- ¡¡Pedro, no te vas a creer lo que he visto!! – más cara de susto todavía.
Resumido: el baño de mujeres es una sala amplia de suelo inundado, en la que unas 20-25 señoras están sentadas de cuclillas sobre unos ladrillos orinando directamente en el suelo, de manera que “todo” el pis confluye en una canalera a modo de desagüe. Como dice el refrán, vale más una imagen que mil palabras. Y, aunque no sea una foto del lugar en concreto, creo que os podéis hacer a la idea de cómo fue la situación:
Para que os hagáis una idea. Ahora imaginad eso con 20-25 mujeres en cuclillas, con los pies sobre los ladrillos, orinando todas a la vez en una sala semi inundada. Rico, ¿eh? |
Subimos de nuevo al autobús, todavía ojipláticos. El resto de trayecto es similar al previo, esquivando motos mediante volantazos bruscos, con únicamente un susto grande (el que se llevó una moto que acabó en una isleta para evitar al autobús).
Llegamos por fin a una ciudad grande, ya de noche (sobre las 17:30 – 18:00), y le preguntamos al joven de al lado:
- ¿Ninh Binh? – ponemos sonrisa de majos.
- Yes – responde con media sonrisa.
Bueno, pues aquí tenemos que bajar. Cerramos la mochila y nos preparamos para cuando llegue la parada. El autobús por fin se detiene y bajan casi todos los vietnamitas. Nos levantamos pero el revisor, atento, nos hace un gesto como diciendo que todavía no, que bajemos más tarde.
Llegamos por fin a una ciudad grande, ya de noche (sobre las 17:30 – 18:00), y le preguntamos al joven de al lado:
- ¿Ninh Binh? – ponemos sonrisa de majos.
- Yes – responde con media sonrisa.
Bueno, pues aquí tenemos que bajar. Cerramos la mochila y nos preparamos para cuando llegue la parada. El autobús por fin se detiene y bajan casi todos los vietnamitas. Nos levantamos pero el revisor, atento, nos hace un gesto como diciendo que todavía no, que bajemos más tarde.
Durante el trayecto intentamos leer. Pero la conducción agresiva no ayuda en absoluto. |
Suponemos que el revisor sabe lo que hace, así que esperamos en el bus unos 5 minutos más, mientras recorremos las calles de Ninh Binh. De pronto, nos paramos y el revisor nos dice que bajemos. Le damos las gracias por su ayuda.
Sin embargo, estamos en una calle poco transitada y con nulo interés: ni hoteles, ni restaurantes ni nada especial. Parece que nos haya dejado en una calle totalmente aleatoria. Bueno, pues a esperar que llegue un taxi que nos lleve a Tam Coc. Por suerte, enseguida aparece uno, que nos cobra 84000 dongs (unos 3 € y medio, tal y como marca el taxímetro) por recorrer los 9 kilómetros que nos separan de nuestro destino final.
Así pues, llegar de Halong a Tam Coc, aunque no resulta fácil es una opción interesante y que permite vivir algunas aventurillas lejos de los circuitos turísticos más “trillados”.
Lo que hicimos y vimos en Tam Coc, en el próximo post ;)
Sin embargo, estamos en una calle poco transitada y con nulo interés: ni hoteles, ni restaurantes ni nada especial. Parece que nos haya dejado en una calle totalmente aleatoria. Bueno, pues a esperar que llegue un taxi que nos lleve a Tam Coc. Por suerte, enseguida aparece uno, que nos cobra 84000 dongs (unos 3 € y medio, tal y como marca el taxímetro) por recorrer los 9 kilómetros que nos separan de nuestro destino final.
Así pues, llegar de Halong a Tam Coc, aunque no resulta fácil es una opción interesante y que permite vivir algunas aventurillas lejos de los circuitos turísticos más “trillados”.
Lo que hicimos y vimos en Tam Coc, en el próximo post ;)
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