lunes, 31 de octubre de 2016

Viaje a Gambia (VI). Fauna en Senegambia.

Buitres peleando por la comida, en la  playa.
Si bien Senegambia y alrededores, con sus amplias playas y resorts repletos de turistas, son la zona adecuada para disfrutar de cócteles, piscinas y playa; hoy vamos a comprobar que moviéndonos un poco podemos conocer algo de la fauna que hay en Gambia. Preferimos algo más de acción, cómo no.

Tras desayunar nos dirigimos, caminando, hacia Senegambia road. De camino  sólo 2 o 3 jóvenes bumsters nos han parado. Uno de ellos, amablemente:
- Bumster timadorcillo (BT): ¿Os acordáis de mí?
 - Nosotros (N): ¿???? No idea.
- (BT): Soy yo, el que os ha servido el desayuno en el hotel. ¿Habéis desayunado bien? ¿Qué tal la noche?
- (N) Bien, todo bien. Se agradece el aire acondicionado. Aunque me ha picado un súper mosquito en el cuello (señalándome un picotazo descomunal en el cuello).
- (BT): ¿Y no teníais mosquitera? Esta noche cuando vuelva a trabajar les digo que os la pongan. ¿En qué habitación estáis?
- (N): No, no teníamos. En la… ¿321?
- (BT): Uyyyyy pues el picotazo tiene mala pinta. Eso no es un mosquito, es una mosca “asdfasdfjaseifs” (palabra que no entendimos). Eso luego se convierte en un hematoma y es peligroso y bla bla bla…. Ahí teneís que poner una pomada que, casualmente, vende por aquí cerca un conocido mío… Yo os llevo es por esta calle, venid, venid conmigo, y bla bla bla…
- (N): No, no, gracias, que tenemos prisa. (Continuamos caminando para deshacernos de él).
* La conversación fue así aproximadamente, no la recuerdo al 100% y encima en inglés… El día que marchábamos del hotel vimos un cartel en el que ponía que estaban detectando timos en los que gente de la calle decía que conocía al turista de haberlo visto en el hotel y conseguía engañarlos para vender cualquier tipo de producto. Así que ojito. Nosotros, por suerte, nos dimos cuenta a tiempo.

Tras esta conversación, llegamos a Senegambia road, mucho más tranquila que el día anterior. Nos dirigimos hacia el fondo de la calle, donde está el Hotel Senegambia Beach, de aspeto lujoso pero algo anticuado. Sin embargo, tiene unos jardines, playa y piscina espectaculares.
La calle de Senegambia, con sus múltiples bares y restaurantes. Tranquila por la mañana, ajetreada de noche.
Modesta entrada al mítico hotel Senegambia Beach.
La noche anterior nos habían recomendado acercarnos a este hotel a las 11 de la mañana para ver cómo dan de comer a los buitres que merodean la zona. Se trata de unos buitres que viven en libertad, aunque alimentados (en parte), por un cuidador del hotel.
Los animales, habituados a la presencia humana, esperan tranquilamente en el césped, a solo unos metros de los huéspedes del hotel. En cuanto llega el cuidador que los alimenta, decenas de ellos se lanzan bruscamente a por la comida. Espectacular verlo en directo. Alguno de los pedazos de comida que lanza el cuidador cae, literalmente, a nuestros pies, por lo que notamos el contacto de los buitres con nuestras botas mientras se pelean por la comida. 
Un ave rapaz espera pacientemente a que llegue la comida.
En los jardines también habitan varanos, de casi un metro de longitud. Preciosos.

Un buitre se acerca, curioso, al objetivo de la cámara.
¡Hay que acicalarse, que vienen a hacernos fotos!

Secándose al sol, tras un baño en la fuente del jardín.
A las 12:00 hemos quedado con Muhammed, un guía oficial de la compañía Building Futures in The Gambia (buildingfuturesinthegambia.com), que nos habían recomendado la noche anterior. Sin duda, una elección acertadísima.
En primer lugar vamos al Bijilo Forest Park (también conocido como Monkey Park), situado a unos 10 minutos caminando de la calle de Senegambia. La entrada cuesta 150 dalasis. Recorremos esta franja de selva frondosa durante aproximadamente una hora y media (unos 4-5 kilómetros), pudiendo ver a los tímidos colobos rojos y casi tocar a los más curiosos cercopitecos verdes. Además de monos, vemos algunas especies de pájaros (destacando el martín pescador). Aunque no vimos ninguna, en el parque habitan varias especies de serpientes, algunas realmente peligrosas: pitones, mambas negras y mambas verdes… A pesar de que el parque se puede visitar por cuenta propia, Muhammed nos explica numerosas historias y datos curiosos que hacen la visita todavía más interesante.
Bijilo Forest Park. Como su cartel indica: monos, aves y serpientes.
Curiosas formas provocadas por un árbol que crece "parasitando" a una palmera.

Los colobos rojos permanecen, casi siempre en los árboles. No son simpáticos ni se acercan a los turistas.
En cambio, los cercopitecos verdes, son infinitamente curiosos y se acercan para que les demos comida (lo que, al parecer, está prohibido).

Hembra adulta de cercopiteco verde, pensativa.
Bonita escena familiar.

Colobos rojos jugueteando en lo alto de los árboles.
Tras ello, Muhammed nos lleva en taxi (100 dalasi) a la zona de Bakau, donde se encuentra el museo y la piscina de cocodrilos de Kachikally. Se trata de una pequeña laguna en la que habitan unos 80 cocodrilos, siendo un lugar sagrado para los lugareños, quienes se acercan allí para realizar rituales en busca de fertilidad.
Entramos a la zona de la piscina y paseamos entre los cocodrilos acompañados del cuidador, incluso podemos tocarlos si nos atrevemos. Una experiencia apasionante.
Volvemos al hotel de nuevo en taxi, y allí nos despedimos de Muhammed. Le pagamos los 1200 dalasi que habíamos acordado previamente, y que nos parecen un precio más que razonable para lo bien que nos ha tratado y lo mucho que hemos aprendido y disfrutado.
Dos ejemplares de cocodrilos del Nilo, que pueden llegar a alcanzar hasta los 4,5 metros de longitud.
Los cocodrilos en Kachikally están bien alimentados y no supone un peligro real pasear cerca de ellos.
La pata de un cocodrilo, en detalle.
Aunque nos digan que no son peligrosos, mejor no meter la mano ahí...
Calle típica, con su desagüe al aire libre, en la localidad de Bakau.
Comemos algo en el bar del hotel y sobre las 17:00 salimos a caminar por las playas. Al no ser temporada alta (comienza en diciembre-enero) no vemos excesivos turistas. Recorremos unos 5-6 kilómetros paseando tranquilamente, sin ser agobiados en exceso por los bumsters. En la playa, jóvenes de todas las edades se reúnen para correr, hacer flexiones o jugar a fútbol.
Con los últimos rayos de sol regresamos al hotel para darnos un baño en la piscina antes de que se haga de noche.
Playas interminables.
Al no ser temporada alta, la cosa está bastante tranquila.

Atardecer en la playa.
 Salimos a cenar a Senegambia road, y elegimos el restaurante African Queen. Lleno hasta la bandera de turistas, tiene un personal muy amable y ofrece comida de calidad a buen precio (700 dalasi por un plato para dos de gambas, calamares, pescado y dos cervezas).
Tras la cena  regresamos al 3 chicks, para agradecer a Ricky (nuestro anfitrión de la noche anterior) su ayuda y comentarle que el guía recomendado ha cumplido nuestras expectativas al 120%. Ricky, amable donde los haya, nos invita a sentarnos junto a él y sus invitados para tomar unas cervezas y tequilas, que aceptamos gustosamente.

miércoles, 26 de octubre de 2016

Viaje a Gambia (V). De Janjanbureh a Senegambia

Calle principal (asfaltada) de Janjanbureh.
Nos levantamos a las 07:30, nos duchamos y preparamos las mochilas. Esta noche se ha hecho larga y dura por el asfixiante calor (y suerte que en el Baobolang Camp tienen ventilador, que si no…).
Tras un correcto desayuno proponemos a Abdulay el dar un paseo por Janjanbureh, puesto que por lo que sabíamos se trata de una ciudad con una carga histórica importante. Antigua ciudad colonial, el comercio de esclavos fue relevante entre el siglo XVI y principios del XIX.
Salimos a pasear por las calles de tierra, con bastante gente ya a estas horas de la mañana, sobre todo en el mercado local.
En primer lugar vemos una casa criolla construida en la década de 1830, la más antigua de la ciudad, semiderruida y con un estado de conservación paupérrimo. 
Seguimos caminando por la calle principal hasta llegar al palacio del Gobernador, donde en ocasiones se hospeda el presidente de Gambia. La verdad es que la visita no tiene nada de especial; puesto que solo se pueden visitar los jardines (por llamarlos de alguna manera).
La casa más antigua de Janjanbureh, construída en la década de 1830. Nada que visitar, en estado semi ruinoso.
Entrada a la casa del Gobernador. Visita poco interesante, para ser sinceros.

Otro punto de vista de la calle principal de la ciudad.
Después entramos al mercado local. Sulayman, el conductor con el que hemos hecho toda la ruta, nos acompaña. Prácticamente todas las mujeres del pueblo pasarán por el mercado durante la mañana, puesto que la carencia de neveras y congeladores obliga a adquirir la comida fresca cada día. Son numerosos los puestos de verdura, fruta, pescado y frutos secos. Saludamos a un par de vendedoras que posan amables para nuestras fotos, y adquirimos un jabón y cacahuetes. Sin duda la visita más interesante de Janjanbureh.
Los mercados en Gambia, siempre muy animados. ¡Cuánto nos gusta visitarlos!
Verduras gambianas. ¿El nombre? Ni idea.

Una simpática vendedora nos muestra su puesto de verduras y pescado.
Calle secundaria en Janjanbureh, más tranquila.
Antes de salir de la ciudad visitamos el centro electoral, donde nos muestran las curiosas urnas de distintos colores, en las que los electores depositan una canica según sus preferencias políticas.
Sistema electoral gambiano: si te gusta el partido verde, metes la canica en esa urna. Decían, entre risas, que ahorraban papel con este método. Razón no les falta.
Sobre las 11 de la mañana iniciamos el camino de regreso hacia la costa, en la zona de Senegambia, lo que nos va a costar unas 4-5 horas. El viaje se hace pesado aunque los paisajes de naturaleza exuberante y los numerosos poblados ayudan a que sea más ameno.
Paramos a comer a mitad de camino en el Bintang Bolong Lodge, un campamento situado a orillas del río Gambia cuyas cabañas están literalmente entre los manglares. Curioso, sin duda.
Poblado en una zona rural de Gambia, en el camino de regreso a la costa.
Vegetación exuberante.

Cabañas del Bintang Bolong Lodge, literalmente sobre el río Gambia.

Para acceder a la habitación hay que abrirse paso entre los manglares.
Llegamos a la zona de la costa sobre las 16:00. Nos alojamos cerca de Senegambia road, una calle repleta de restaurantes, bares y discotecas, en la localidad de Kololi. Estamos ahora en la zona más turística de Gambia, con resorts y hoteles de lujo y numerosos turistas, sobre todo ingleses y holandeses.
Nuestro hotel, el Bamboo Garden se halla en la calle paralela a Senegambia road, a solo 10 minutos andando. Se trata de un hotel de 3 estrellas, con piscina, bar-restaurante y todas las comodidades (aire acondicionado, etc…). Precio más que razonable para el salto de calidad que hemos obtenido.
Algo cansados por el viaje nos echamos una siesta y después un baño en la piscina, acompañados de la socorrida cerveza Julbrew para calmar la sed y el calor.
Típico hotel de la zona de Senegambia: piscina, bar, aire acondicionado...y cerveza Julbrew a raudales.
Jardines del hotel.

Habitación del hotel, no le falta un detalle.
Sobre las 20:00 salimos del hotel en dirección a Senegambia. Nada más caminar los primeros metros ya comprobamos en qué consiste el fenómeno de los bumsters. Se trata de insistentes jóvenes que nos saludan amablemente, nos preguntan qué tal, nos halagan…con tal de conseguir algún tipo de beneficio (dinero, que vayamos a un determinado bar o restaurante…). El nivel de “pesadez” puede llegar a ser exasperante. Al parecer, las ofertas a mujeres solas pueden ser incluso de índole sexual (como veremos posteriormente, son numerosas las parejas de jóvenes gambianos con señoras blancas europeas…). En ningún momento la presencia de los bumsters nos pareció peligrosa, sin embargo el hecho de no poder andar ni 100 metros sin que alguien te pare insistentemente es desesperante. Nosotros decidimos ni siquiera saludar y seguir caminando cuando decían “hola”, la mayor parte de ellos se cansaban enseguida.
Además, en muchas ocasiones se inventaban rocambolescas historias para ganarse tu confianza y poder persuadirte de sus intenciones: ¿Te acuerdas de mí, que te he servido el desayuno en el hotel? ¿Qué tal has dormido con el aire acondicionado del hotel?...Evidentemente, era la primera vez que nos veían pero intentaban sacar información y hacernos creer que estábamos ante alguien de confianza.
Volviendo al tema: cenamos en Senegambia road. Multitud de bares y restaurantes, con insistentes (¡cómo no!) camareros. Finalmente optamos por una pizzería para variar un poco la dieta de los últimos días.
Tras cenar paseamos por la calle buscando algún bar para tomar una copa tranquilamente. Descubrimos el bar “3 chicks & a grill”, donde conocemos a los dueños, quienes nos dan buena información sobre las actividades a realizar el día siguiente. Asimismo, tras la segunda o tercera cerveza nos invitan a unos chupitos de tequila, de manera que la noche se alarga algo más de lo pensado. Amabilidad 100%, lugar recomendado bien para cenar o para tomar algo en su terraza.
Para regresar al hotel podemos ir caminando (unos 10-12 minutos), pero preferimos tomar taxi (100-150 dalasi, regateando) para evitar el acoso constante de los bumsters.

lunes, 24 de octubre de 2016

Viaje a Gambia (IV). Piedras e hipopótamos

Janjanbureh/Georgetown, antigua ciudad colonial y centro de comercio de esclavos. Por fortuna, se trata de una época ya pasada.
Nos comenta Abdulay que hoy se prevé un calor sofocante (¿y qué día no?), así que madrugamos para desayunar pronto y continuar nuestra ruta hacia el este.
Salimos del Tendaba Camp sobre las 08:30, acompañados en el coche por la directora de la escuela de Soma, a quien llevamos a su trabajo.
Al poco de atravesar dicha localidad nos detenemos a un costado de la carretera para admirar unos enormes termiteros situados bajo un árbol de caoba. 
Enormes termiteros bajo un árbol de caoba.
Desde la carretera vemos numerosos poblados, la mayor parte de ellos muy humildes.
Tras unas dos horas de camino llegamos a Janjanbureh, también conocida con el nombre de Georgetown. Situada en una isla en el río Gambia (la isla McCarthy), tiene unos 5000 habitantes y es la capital de la Central River Division. Se fundó en 1832, siendo la primera capital de la colonia de Gambia y centro del comercio de esclavos. Actualmente es una ciudad en la que destacan la casa del gobernador, el ajetreado mercado y los numerosos campamentos, desde los que parten excursiones por el río para avistar hipopótamos.
A pesar de que vamos a dormir en la ciudad esta noche, de momento no nos detenemos aquí. Atravesamos el río Gambia en un ferry, acompañados de comerciantes, policías y algunos jóvenes, para llegar a la otra orilla, donde continúa la carretera.
El ferry que atraviesa el río Gambia en la ciudad de Janjanbureh.
Nos dirigimos a los Círculos de piedra de Wassu, situados a 22 km de Janjanbureh. Se trata de unos grandes grupos de círculos megalíticos, con piedras de más de 2 metros y medio de altura, cuya fecha de construcción se desconoce exactamente (aunque en los alrededores se han encontrado objetos que datan desde el siglo III a.C al XVI d.C). Representan túmulos funerarios, y fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2006.
La visita a los círculos de Wassu es guiada por el autodenominado “Stone Man”, un anciano que nos cuenta sus mágicas y estrambóticas teorías sobre el origen de los círculos (números mágicos, Illuminati, egipcios…). Si bien la visita puede ser interesante, es imprescindible conocer de antemano algo sobre los círculos puesto que “The Stone Man” no nos va a aclarar nada.
Círculos megalíticos de Wassu. Patrimonio de la UNESCO desde 2006.
Detalle de las piedras.

Piedra sobre piedra sobre piedras sobre más piedras.
"The Stone Man" dirigiéndose al "Tree of Life". Según sus (excéntricas) teorías, el árbol del cual nació África.
Regresamos a Janjanbureh y vamos al Baobolong Camp, situado a orillas del Río Gambia, donde nos alojamos. Allí comemos pollo con arroz y patatas fritas y descansamos un rato en las habitaciones. En este campamento, además de luz eléctrica, disponemos de ventilador las 24 horas del día.
Habitación del Baobolong Camp. Ducha, electricidad, mosquitos y ventilador las 24 horas.
Comida servida en el Baobolong Camp.
Por la tarde, junto con Abdulay y Sulayman (el conductor del coche) salimos a navegar por el río Gambia. Nuestro objetivo es ver, si tenemos suerte, a los hipopótamos que allí habitan.
Cuando llevamos aproximadamente una hora navegando, el conductor de la barca se detiene y señala en silencio. Ahí los tenemos: a unos 20-25 metros se asoman a respirar, de vez en cuando, 3 hipopótamos de gran tamaño. Los observamos sigilosamente y con precaución, puesto que si se sienten amenazados son animales muy peligrosos.
Tomamos algunas fotografías y retomamos el camino de vuelta a Janjanbureh, mientras poco a poco va atardeciendo. Por el camino, entre los árboles de la frondosa selva, vemos algún ejemplar de colobo rojo.
Haciendo ejercicio a orillas del Río Gambia.
Un hipopótamo de gran tamaño sale a respirar.

Tres hipopótamos, algo tímidos, nos observan desde una distancia prudencial.
Simetría perfecta.

Además de los hipopótamos, si tenemos buena vista podemos observar algunas especies de pájaros.
Un colobo rojo nos observa desde la frondosa selva.
Cuando estamos a punto de llegar el conductor tiene que detener la barca puesto que a tan solo unos metros, en nuestro camino, encontramos otro hipopótamo. Este, menos tímido que los anteriores, nos observa y no parece incomodado por nuestra presencia. Hemos tenido suerte de ver tantos hipopótamos.
Llegamos finalmente al Baobolang Camp, donde compartimos unas cervezas y la cena con Abdulay. Tras la cena, tomamos algunas cervezas más mientras escribimos y comentamos la experiencia vivida hoy.
De regreso a Janjanbureh, al atardecer, bonito paisaje.