jueves, 13 de octubre de 2016

Viaje a Gambia (I). De mercados y pescadores al atardecer

Barcas de todos los colores en Tanji.
Llegamos a Gambia el sábado por la noche, en el vuelo directo desde Barcelona (Vueling); nos cuesta un poco  más de 5 horas.
Aterrizamos en Banjul, rellenamos el papel de inmigración, pasamos el control de pasaportes, recogemos las maletas y por fin pisamos tierras africanas.
En la terminal nos espera Buba, el dueño del Boboi Beach Lodge, donde nos vamos a alojar las siguientes 3 noches.  (Más info en www.boboibeachlodge.com)
Cambiamos dinero en el aeropuerto (1 euro = 51 dalasis, a ojímetro totalmente), puesto que en las zonas rurales esto es imposible.
Buba nos lleva en su coche al Boboi Beach Lodge, en un viaje de unos 45 minutos. El campamento está situado cerca de la localidad de Kartong. Nosotros nos alojamos en una deluxe tree house, aunque a mitad de noche nos tenemos que trasladar a una de las pequeñas casitas del campamento, debido a la tormenta.
Interior de una de las casitas del Boboi Beach Lodge. Con mosquitera pero sin ventilador.
Al día siguiente nos levantamos y podemos comprobar cómo es realmente el campamento. El Boboi Beach Lodge está formado por 5-6 pequeñas casitas redondas, bungalows y cabañas en el árbol (algunas deluxe –con baño- y otras normales). Está regentado por Babu y su familia, quienes nos ofrecen una estancia cálida y familiar, nos llevan a visitar lugares interesantes y con los que enseguida trabamos amistad.
Tomamos un desayuno consistente en mango (delicioso) y tostadas de mantequilla con mermelada, así como té o café. 
Bar del Boboi Beach Lodge, donde podemos desayunar, comer y cenar.
Tras el desayuno nos dirigimos a la playa, a la que accedemos a través de una verja de madera. ¡Más cerca imposible! La playa es realmente espectacular, de varios kilómetros de largo, arena fina blanquecina… ¡y toda para nosotros! El agua, eso sí, está pelín revuelta y hay algo de basura en la arena debido a la tormenta de la  noche anterior. Qué playa más idílica, recomendadísimo el Boboi ya solo por esto.
Playa del Boboi, idílica.
Nuestra única compañía en la playa. Simpática y sexy vaca.

Playa interminable.
Comemos en el campamento (pescado con arroz y salsa de tomate, y pollo con arroz y salsa de cacachuetes) y, posteriormente, le decimos a Buba si podemos ir a visitar Brikama y después Tanji. Kaddy, su hija pequeña, nos acompaña. Será el propio Buba el que nos lleve en su coche y nos guíe por los pueblos.
En primer lugar vamos a Brikama, situada a unos 20 kilómetros del Boboi Beach Lodge. Se trata de la segunda ciudad más poblada de Gambia. Allí visitamos el mercado, más tranquilo por las tardes que por las mañanas, en que las mujeres de la ciudad van a hacer su compra diaria.
El mercado es un escándalo para los sentidos: vista, oído y (sobre todo) olfato no paran de trabajar y recibir estímulos intensos. Recorremos sus estrechos pasillos, rodeados de puestos con frutas, verduras, pescado, carne y objetos de todo tipo (ropa, viejos aparatos eléctricos…). Realmente impactante nuestro primer contacto con el África real.
Frutas, verduras y pescado (de olor muy intenso) en el mercado de Brikama.

Callejones estrechos y centenares de puestecillos.

Detalle de uno de los puestos de venta.

Entrada del mercado, desde la carretera principal.

Calles concurridas en Brikama.
De allí nos dirigimos al mercado de artesanía, situado en la misma ciudad. Se trata de un pequeño mercado donde se venden, fundamentalmente, objetos de madera e instrumentos musicales. Está más enfocado al turista, y puede ser un buen lugar para comprar algunos recuerdos; sobre todo si tenemos habilidad a la hora de regatear un buen precio. 
La dueña de un puesto de artesanía posa orgullosa ante la cámara.
Tomamos de nuevo el coche para salir de Brikama en dirección noroeste hasta la pequeña localidad costera de Tanji. Allí podemos disfrutar de uno de los momentos más espectaculares de nuestro viaje. Todos los días, al atardecer, decenas de coloridas barcas llegan a la playa de la ciudad para descargar la pesca del día. Centenares de personas esperan en la orilla para poder comprar algo de pescado fresco. El olor a pescado, el griterío y la muchedumbre sobrecogen. Aprovechamos para tomar unas bellas fotografías del lugar.
Playa bulliciosa al atardecer, en Tanji.

Una niña nos muestra el pescado recién traído del mar.

Lugareña limpiando pescado en la orilla del mar.
La descarga de las barcas abarrotadas de pescado.

Un joven saca el pescado de las barcas para llevarlo a la playa.

Atardece en Tanji.
Después de la visita a Tanji, ya de noche (en esta época anochece en torno a las 19:00) regresamos al Boboi Beach Lodge, donde tomamos una cerveza mientras jugamos con la niña de la familia.
Cenamos allí mismo (pollo con una salsa de cebolla y patatas fritas) y nos vamos pronto a dormir. Esta noche la volvemos a pasar en una de las casas, a pesar de que en un primer momento habíamos reservado en la cabaña del árbol. Es más cómoda, aunque la experiencia de dormir en la cabaña del árbol no queremos perdérnosla… ¡lo dejamos para el día siguiente!

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