miércoles, 19 de octubre de 2016

Viaje a Gambia (III). De ruta hacia el este. Pájaros en el Río Gambia.


Garza en las proximidades del Río Gambia.
Hoy toca madrugón puesto que vamos a emprender nuestra ruta hacia el interior de Gambia. A las 07:30 ya estamos desayunando, lo mismo que días previos.
Las maletas ya están preparadas, así que pagamos (8710 dalasis, unos 180 euros por 3 días para 2 personas en pensión completa con excursiones y cervezas varias…). Un precio más que aceptable para todo lo que nos han ofrecido en el Boboi Beach Lodge. La paradisiaca playa desértica nos parece que, por sí sola, ya vale mucho más.
Para los siguiente 3 días hemos contratado a un guía local, pero que habla perfectamente el español ya que vivió durante unos años en Barcelona. Se trata de Abdulay, un simpático gambiano que nos va a acompañar en nuestra ruta por el este del país. En su página web (www.guiagambia.com) podéis ver ejemplos de rutas, de distinta duración, y totalmente adaptables a vuestro ritmo y demandas. Nosotros no tenemos más que buenas palabras sobre él, repetiríamos (¡repetiremos!) sin duda.
Salimos del Boboi en dirección hasta Brikama, donde ya nos desvíamos por la carretera principal que se dirige al interior del país. Dicha carretera, renovada hace apenas un par de años, presenta un pavimento excepcional. 
Excelente carretera que nos lleva hacia el este de Gambia.
Sin embargo, cada pocos kilómetros hay controles bien de la policía o bien militares, que en todo el viaje nos supusieron ningún impedimento pero que enlentecen la marcha. Como curiosidad, en alguna de las paradas nos pidieron bolígrafos. Posiblemente, si en el coche únicamente van extranjeros, la parada sea más larga de lo necesario; solicitándonos la documentación y (según se puede leer en internet) buscando cualquier excusa para solicitar el pago de una pequeña cantidad que “solucione el problema”. Ojo: ni se os ocurra hacer fotos en los controles...
Realizamos una pequeña parada para ir al baño y estirar las piernas en el Amdalay Camp, un campamento propiedad de Abdulay, abierto hace poco tiempo y con muy buena pinta.
Unos kilómetros después nos detenemos en un pequeño poblado, en el que existe un magnífico árbol de más de 800 años de antigüedad, de un tamaño inmenso. Según nos explica Abdulay, en esa zona los pueblos se crearon inicialmente en zonas en las que hubiera pozos (para proporcionar agua) y grandes árboles (no está mal pensado, las sombras en Gambia se agradecen mucho).
Majestuoso árbol, de unos 800 años de antigüedad.
Poco más adelante nos desviamos de la carretera principal en la zona de Foni Bondali. Allí, la fundación Correcaminos Solidarios ha construido una escuela en la que unos 70 alumnos pueden recibir educación básica sin tener que recorrer largas distancias todos los días. Nuestra visita emociona a los niños, quienes cantan algunas canciones para nosotros.
Los niños más pequeños nos saludan al llegar.

El aula de los mayores es al aire libre. Existe ya el proyecto para dotar al centro de un aula nueva.
Niños cantando el abecedario.

Detalle de la decoración del aula.
Niña recitando la lección de hoy.
Reemprendemos la ruta y, casi a la hora de comer, llegamos al Tendaba Camp. Se trata de un campamento creado en los años 70, situado a orillas del río Gambia, lugar emblemático donde ornitólogos de todo el mundo establecen su campo base desde el que hacer excursiones por la zona. Sin embargo, en esta época, somos los únicos turistas en todo el campamento (durante nuestra visita estaba siendo sometido a una profunda reforma). Las habitaciones, simples, con baño, ducha, luz eléctrica y ventilador (aunque el hecho de que estén no implica que tengan que funcionar las 24 horas del día).
Habitación del Tendaba Camp. Con ventilador hasta las 3 de la mañana y luz eléctrica a partir de las 19:00.

Cabañas del Tendaba Camp.
Durante nuestra visita el Tendaba Camp estaba siendo profundamente renovado.

Comida del Tendaba. Arroz, pescado y amigos.
Tras comer nos embadurnamos de protector solar y loción antimosquitos para salir a navegar por el río Gambia. En esta zona, dicho río alcanza casi 1,5 km de anchura, por lo que resulta espectacular.
Abdulay nos ha preparado una ruta en una pequeña barca, que durante unas 2 horas nos lleva a cruzar el río Gambia y después por unos pequeños canales de aguas tranquilas rodeadas de selva frondosa.
Pescadores en el río Gambia.
Los niños juegan con las redes de pesca, en el embarcadero.

1,5 kilómetros de ancho. Se dice pronto. Se recorre en más tiempo, sin duda.
Curiosas raíces en las zonas tranquilas próximas al río Gambia.
Pronto empezamos a ver numerosas aves. A pesar de no ser expertos ni estar especialmente interesados por la ornitología, el lugar y la visita son impresionantes. Reconocemos algunos pelícanos, garzas e incluso al martín pescador gigante (Megaceryle máxima). También, en el camino de regreso, nos topamos con algunos tímidos colobos rojos, que nos observan escondidos entre los árboles.
Garza.
Garza negra. (No, no sabemos el nombre del pájaro...)

Aguas tranquilas que reflejan la vegetación de la zona.
Los pájaros se muestran poco vergonzosos a nuestro paso.

Enorme pelícano alzando el vuelo. Nos pasó a unos 10-15 metros, realmente espectacular.
Navegamos por aguas tranquilas, en un entorno hermoso.
De regreso al Tendaba Camp nos tomamos una cerveza bien fría mientras vemos el atardecer sobre el río Gambia. Precioso.
Atardecer sobre el río Gambia. Acompañado de una fresquita JulBrew, cómo no.
Cenamos y conversamos amenamente con Abdulay durante un buen rato antes de ir a dormir.

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