lunes, 17 de octubre de 2016

Viaje a Gambia (II). Kartong y frontera con Senegal

Nuestra segunda mañana en Gambia comienza igual que la anterior, con correcto desayuno en el Boboi.
Desayuno del Boboi. Nada mal. El mejor mango que hemos probado nunca, sin duda.
Hoy no está Buba, puesto que entre semana tiene que llevar a su hija al colegio todas las mañanas, a casi una hora en coche de allí. En su lugar, es Babu quien, junto con Omar Ba, nos acompaña a pasear por Kartong, en el extremo suroeste de Gambia. Se trata de una localidad pequeña y tranquila en la que conviven pacíficamente diferentes etnias (mandingas, fulas, yolas, wolof…).
Visitamos primero una charca en la que habitan algunos cocodrilos, lugar sagrado para los habitantes de Kartong. Allí contemplamos como los lugareños, separados hombres (delante) y mujeres (detrás), se han reunido con sus mejores galas. Según nos cuentan, gente de toda Gambia y algunos de países vecinos se acercan a la charca para orar.
Callejeamos por las calles de tierra del pueblo, adentrándonos en un barrio pequeño, el más humilde de Kartong. Al grito de “toubab” (persona blanca), varios niños se acercan a saludarnos y darnos la mano.
Los niños sonríen a nuestro paso, en uno de los barrios más desfavorecidos de Kartong.
En dicho barrio unos jóvenes nos enseñan cómo recolectan, trepando las palmeras mediante un sencillo agarre de cuerda, los frutos rojos con los que posteriormente se elabora el aceite de palma. Según refieren, son los jóvenes quienes recogen el fruto, que posteriormente es limpiado y procesado en el poblado por las mujeres, para después llevarlo a vender al mercado de Brikama. A cambio de enseñarnos el proceso, los jóvenes nos sugieren una pequeña propina (basta con 50-100 dalasis).
Joven trepando a una palmera para recoger el fruto con el que hacer el aceite de palma.
Visitamos también el mercado de Kartong, pequeño aunque con gran variedad de frutas y pescado. El ambiente, por la mañana, es animado.
Mercado de Kartong.
Regresamos al Boboi Beach Lodge, y antes de comer nos apetece volver a bañarnos en la playa, puesto que el calor es agobiante.
Comemos (pollo con tomate y cebolla, acompañado de arroz; muy rico) y descansamos un poco en la cabaña del árbol, aprovechando para leer/escribir/dormitar con unas espectaculares vistas de la playa y el mar asomando por detrás de las palmeras.
Pollo con tomate, cebolla y (para variar...) arroz. Muy buena toda la comida que probamos en el Boboi Beach Lodge.
Una de las casas donde dormir en el Boboi. Cama grande con mosquitera y baño con ducha incluidos.
Cabaña del árbol. Opción más económica pero muy recomendable.

Un buen lugar para esos momentos de intimidad, en la cabaña del árbol.

Terraza de la cabaña. Se respira paz.

Detalle de la cama. Cómoda y ventilada, sin duda (la brisa del mar por la noche es maravillosa).

Vistas desde la cabaña. ¿Apetece ir o no?
Sobre las 15:00 volvemos a coger el coche de Omar Ba y, acompañados de Babu nos dirigimos al paso fronterizo por el sur entre Gambia y la región senegalesa de Cassamance. Tras atravesar un control militar en la carretera (no nos ponen ningún problema, posiblemente porque vamos acompañados de gente de la zona), llegamos al río Allahein, que hace de frontera natural entre los dos países.
No existe ningún puente que atraviese el río en esta zona; así que la carretera acaba en la orilla del mismo. Los lugareños emplean unas pequeñas barcazas para cruzar y transportar alimentos y, como mucho, algunas motos para continuar su recorrido por Senegal.
Esperando al transporte que lleve la mercancía a Senegal, al otro lado del río.

En el río hay que cambiar de medio de transporte.

Al tratarse de una zona fronteriza podemos encontrar incluso un bar.
Nosotros vamos a realizar una excursión por este río, en el que poder avistar numerosas aves. Además, se trata de una zona espléndida para la pesca. Babu ha alquilado una barca (nos cuesta la excursión, incluyendo todo, unos 1400 dalasi entre los dos) con la que navegamos por el río hasta llegar prácticamente a su desembocadura en el mar. El paisaje es bonito, sin embargo, los pájaros se muestran algo tímidos (solo vemos algún pelícano y otro ave que no conseguimos identificar).
Embarcadero en el río Allaheim.
En las orillas del río abundan los manglares y numerosas especies de aves.
Desembocadura del río en el mar. Se difuminan los límites entre río, mar y cielo.

Pescadores saliendo a faenar.
Ya al atardecer regresamos al Boboi, donde disfrutamos de una tranquila puesta de sol bañándonos en las cálidas aguas del mar, con una cerveza en la mano. Uno de los momentos más placenteros del viaje, sin duda.
La deliciosa playa del Boboi, desierta, al atardecer.
JulBrew. Refrescando los gaznates en Gambia desde 1977.
Al caer la noche nos dirigimos al Boboi, donde jugamos un buen rato con Kaddy y conversamos entretenidamente con Babu, Buba y demás gente. Sin duda, el Boboi Beach Lodge gana mucho por la familiaridad y el cariño con el que tratan a los viajeros.
A las 22:00, aproximadamente, subimos (esta noche sí) a dormir en la cabaña del árbol, puesto que se prevé noche tranquila sin viento ni tormenta. Última noche en el Boboi, mañana comenzamos la ruta hacia el interior de Gambia...

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